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XXXI.-De las pendientes por las que con más frecuencia viene a caer un católico en el Liberalismo .
Son varias las pendientes por las que cae
frecuentemente el fiel cristiano en el error del Liberalismo, e
importa sobremanera señalarlas aquí, así para comprender, en
vista de ellas, la razón de la universalidad que ha alcanzado
esta secta, como para provenir contra sus lazos y emboscadas a
los incautos.
Muy frecuentemente se cae en la corrupción del corazón por
extravío de la inteligencia, empero más frecuente es todavía
caer en el error de la inteligencia por corrupción del corazón
Esto muestra claro la historia de todas las herejías. En el
principio de todas ellas se encuentra casi siempre lo mismo: o un
pique de amor propio, o un agravio que se quiere vengar, o una
mujer tras la cual pierde el heresiarca los sesos y el alma, o un
bolsón de dinero por el que vende la conciencia Casi siempre
dimana el error, no de profundos y trabajosos estudios, sino de
aquellas tres cabezas de hidra que apunta San Juan y que llama:
Concupiscentia carnis, concupiscentia oculorum, superbia vitae.
Por ahí se va a todos los errores, por ahí se va al
Liberalismo. Veamos esas pendientes en sus formas más usuales
1º Se hace el hombre liberal por deseo natural de independencia
y ancha vida.
El Liberalismo ha de ser por necesidad simpático a la naturaleza
depravada del hombre, tanto como el catolicismo ha de serlo por
su propia esencia repulsiva. El Liberalismo es emancipación; el
Catolicismo es enfrentamiento. El hombre caído ama, pues, por
cierta muy natural tendencia suya, un sistema que legitima y
canonice el orgullo de su razón, y el desenfreno de sus
apetitos. De donde, así como se ha dicho por Tertuliano que el
alma en sus nobles aspiraciones es naturalmente cristiana, puede
igualmente decirse que el hombre, por vicio de su origen, nace
naturalmente liberal. Es, pues, lógico que se declare tal en
toda forma, así que empiece a comprender que por ahí le salen
garantidos todos sus antojos y desenfrenos
2.ª Por el anhelo de medrar. El Liberalismo es hoy día la idea
dominante. Reina en todas partes y singularmente en la esfera
oficial. Es, pues, segura recomendación para hacer carrera. Sale
el joven de su doméstico hogar, y al dar una ojeada a las
distintas sendas por donde se va a la fortuna, al renombre o a la
gloria, ve que en todas es condición precisa ser de su siglo,
ser liberal. No serlo es crearse a sí propio la mayor de todas
las dificultades. Heroísmo pues, se necesita para resistir al
tentador, que, como Cristo en el desierto, le dice mostrándole
halagüeño porvenir: Haec omnia tibi dabo si cadens adoraveris
me: "Todo te lo daré si me prestas adoración" Y los
héroes son pocos. Es, pues, natural que la mayor parte de la
juventud empiece su carrera afiliándose al Liberalismo. Eso
proporciona bombo en los periódicos, eso recomendación de
poderosos patronos, eso fama de ilustrado y omnisciente. El pobre
ultramontano necesita mérito cien veces mayor para darse a
conocer y crearse un nombre. Y en la juventud se es poco
escrupuloso por lo regular. Además, el Liberalismo es
esencialmente favorable a la vida pública que tanto anhela la
juventud. Tiene en perspectiva, diputaciones, comisiones,
redacciones, etc., que constituyen el organismo de su máquina
oficial. Es, pues, maravilla de Dios y de su gracia el que se
encuentre un joven que deteste a tan insidioso corruptor.
3.º Por la codicia. La desamortización ha sido y sigue siendo
la fuente principal de prosélitos para el Liberalismo. Se
decretó este inicuo despojo tanto para privar a la Iglesia de
estos recursos de humana influencia, cuanto para adquirir con
ellos adeptos fervorosos a la causa liberal Así lo han confesado
sus mismos corifeos cuando se les ha acusado de haber dado casi
de balde a los amigos las pingües posesiones de la Iglesia. Y
¡ay del que una vez comió de esta fruta del cercado ajeno! Un
campo, una heredad, unas cosas que fueran del convento o de la
parroquia y están hay en poder de la familia tal o cual,
encadenan para siempre esta familia al carro del Liberalismo. En
la mayor parte de los casos no hay probable esperanza de que
dejen de ser liberales ni aun los descendientes de ella. El
demonio revolucionario ha sabido poner entre ellos y la verdad
esa infranqueable barrera. Hemos visto poderosos casos de
labradores de la montaña, católicos puros y fervorosos hasta el
35, desde entonces acá liberales decididos y contumaces.
¿Queréis saber la explicación? Ved aquellos regadíos o
tierras de pan llevar o bosques que fueron del monasterio. Con
ellos aquel Labrador ha redondeado sus fincas, con ellos ha
vendido su alma y familia a la Revolución. Es moralmente
imposible la conversión de tales injustos poseedores. En la
dureza de su alma, parapetada tras de sus adquisiciones
sacrílegas, se estrellan todos los argumentos de los amigos,
todas las invectivas de los misioneros, todos los remordimientos
de la conciencia. La desamortización ha hecho y está hacienda
el liberalismo. Esta es la verdad.
Tales son las causas ordinarias de perversión liberal, y a ellas
pueden reducirse todas las demás. Quien tenga mediana
experiencia del mundo, y del corazón humano, apenas podrá
señalar otras.