XIII.-Notas y comentarios a la doctrina expuesta en el capítulo anterior. Indice de "El liberalismo es pecado XV.-Una observación sencillísima que acabará de poner en su verdadero punto de vista la cuestión.

El liberalismo es pecado, Félix Sardà i Salvany

XIV Si en vista de esto es lícito o no al buen católico aceptar en buen sentido la palabra "Liberalismo", y asimismo en buen sentido gloriarse de ser liberal.

 

Permítasenos sobre esto trasladar aquí íntegro un capítulo de otra obrita nuestra (Cosas del día), en que se da contestación a esta singular consulta. Dice así:

"Válgame Dios, amigo mío, con las palabritas Liberalismo y liberal! Andas realmente enamorado de ellas, y tráete ciego el amor como a todos los enamorados. ¿Qué inconvenientes tiene su uso? Tantos tiene para mí, que en él llego a ver hasta materia de pecado. No te asustes, sino escúchame con paciencia. Vas a entenderme pronto y sin dificultad. Es indudable que la palabra Liberalismo tiene en Europa en el presente siglo significación de cosa sospechosa y que no concuerda del todo con el verdadero Catolicismo. No me dirás que planteo el problema en términos exagerados. Efectivamente. Me has de conceder que en la acepción ordinaria de la palabra, Liberalismo y Liberalismo católico son cosas reprobadas por Pío IX. Prescindamos por ahora de los pocos o muchos que pretenden poder continuar profesando un cierto Liberalismo, que en el fondo quizá no lo sea. Pero lo cierto es que la corriente liberal en Europa y América, en el siglo XIX en que escribimos, es anticatólica y racionalista. Pasa revista al mundo. Mira qué significa partido liberal en Bélgica, en Francia, en Alemania, en Inglaterra, en Holanda, en Austria, en Italia, en las repúblicas hispanoamericanas y en las nueve décimas partes de la prensa española. Pregunta a todos qué significa en el idioma común, criterio liberal, corriente liberal, atmósfera liberal, etc., y mira si de los hombres que se dedican a estudios políticos y sociales en Europa y América los noventa y nueve por ciento no entienden por Liberalismo el puro y crudo racionalismo aplicado a la ciencia social.

Ahora bien. Por más que tú y unas cuantas docenas más de caballeros particulares os empeñéis en dar un sentido de cosa indiferente a lo que la corriente general ha sellado ya con el sello de cosa anticatólica, es lo cierto que el uso, árbitro y norma suprema en materia de lenguaje, sigue teniendo al Liberalismo como bandera contra el Catolicismo. Por consiguiente, aunque con mil distingo y salvedades y sutilezas logres formarte para ti solo un Liberalismo que nada tenga de contrario a la fe, en la opinión de los más, desde que te llames liberal, pertenecerás como todos a la gran familia del Liberalismo europeo, tal como todos lo entienden; tu periódico, si lo redactas. y lo llamas liberal, será en la común creencia un soldado más entre los que bajo esta divisa combaten de frente o por el flanco a la iglesia católica. En vano será que te excuses alguna que otra vez. Estas excusas y explicaciones no las puedes dar todos los días, que fuera cosa asaz pesada; en cambio la palabra liberal has de usarla en cada párrafo; serás, pues, en la común creencia nada más que un soldado como tantos otros que militan bajo esta divisa, y por más que en tus adentros seas tan católico como el Papa (como de eso se jactan algunos liberales), lo cierto es que en el movimiento de las ideas, en la marcha de los sucesos, influirás como liberal, y aun a pesar tuyo, un satélite que no podrás menos de moverte dentro de la órbita general en que gira el Liberalismo. ¡Y todo por una palabra! ¡Vea V., no mas que por una palabra! Sí, amigo mío. Esto sacarás de llamarte liberal y de llamar liberal a tu periódico. Desengáñate. El uso de la palabra te hace casi siempre y en gran parte solidario de lo que se ampara a su sombra. Y lo que a su sombra se ampara, ya lo ves y no me lo has podido negar, es la corriente racionalista. Escrúpulo tendría yo, pues, en mi conciencia de aceptar esta solidaridad con los enemigos de Jesucristo.

Vamos a otra reflexión. Es también indudable que de los que leen tus periódicos y oyen tus conversaciones, pocos están en el caso de poder hilar tan delgado como tú en materia de distinciones entre Liberalismo y Liberalismo. Es, pues, evidente que una gran parte tomará en el sentido general, y creerá que la empleas en igual sentido. Tú no tendrás esta intención, pero contra tus intenciones producirás este resultado, adquirir adeptos al error racionalista. Dime ahora, pues, ¿sabes lo que es escándalo? ¿sabes lo que es inducir al prójimo a error con palabras ambiguas? ¿sabes lo que es, por cariño más o menos justificado a una palabra, sembrar dudes, desconfianzas, hacer vacilar en la fe a las inteligencias sencillas? Yo, a fuer de moralista católico, veo en esto materia de pecado, y si no te abona una suma de buena fe o algún otro atenuante, materia de pecado mortal. Óyeme una comparación. Sabes que ha nacido casi en nuestros días una secta que se llama de los viejos católicos. Ha tenido la humorada de llamarse así, y paz con todos. Haz cuenta, pues, que yo, que por la gracia de Dios, aunque pecador soy católico, y por añadidura soy de los mas viejos porque mi Catolicismo data del Calvario y del Cenáculo de Jerusalén, que son fechas en que fundo un periódico y viejas, haz cuenta, digo, ó más o menos ambiguo y le llamo con todas las letras Diario viejo católico. ¿Diré mentira? Nítido de la palabra Pero ¿a qué, me dirás por que adoptar un titulo mal sonante, que es divisa de un cisma, y que dará lugar a que crean los incautos que soy cismático, y a que tengan un alegrón los viejos católicos de Alemania, creyendo que acá les ha nacido un nuevo cofrade? ¿a qué, me dirás, escandalizar a los sencillos -Pero yo lo digo en buen sentido- Es verdad, pero ¿no sería mejor no dar lugar a que se crea que lo dices en sentido malo? "He aquí, pues, lo que diría yo a quien se empeñase en sostener todavía como inofensivo el dictado de liberal, que es objeto de tantas reprobaciones por parte del Papa, y de tanto escándalo por parte de los verdaderos creyentes. ¿A qué hacer gala de títulos que necesitan explicación? ¿A qué suscitar sospechas que luego procurarse a desvanecer? ¿A que contarse en el número de Ios enemigos y hacer gala de su divisa, si en el fondo se es de los amigos')

"¡Que las palabras, dices, no tienen importancia! Más de lo que te figuras, amigo mío. Las palabras vienen a ser la fisonomía exterior de las ideas, y tú sabes cuán importante es a veces en un asunto una buena o mala fisonomía. Si las palabras no tuviesen importancia alguna, no cuidarían tanto los revolucionarios de disfrazar el Catolicismo con feas palabras; no andarían llamándole a todas horas oscurantismo, fanatismo, teocracia, reacción, sino pura y sencillamente Catolicismo; ni harían ellos por engalanarse a todas horas con los hermosos vocablos de libertad, progreso, espíritu del siglo, derecho nuevo, conquistas de la inteligencia, civilización, luces etc., sino que se dirían siempre con su propio y verdadero nombre: revolución

"Lo mismo ha pasado siempre. Todas las herejías han empezado por ser Juego de palabras, y han acabado por ser lucha sangrienta de ideas. Algo de esto debió ya pasar en tiempo de San Pablo o previó el bendito Apóstol que pasaría en los tiempos futuros, cuando dlrigiéndose a Timoteo (I ad Timot. VI, 20), le exhorta a vivir prevenido, no sólo contra la falsa ciencia oppositinones falsi nominis scientiae, sino contra las simples novedades en la expresión o palabra profanas vocum novitates. ¿Qué diría hoy el Doctor de las gentes si viese a ciertos católicos adornarse con el adjetivo de liberales, en oposición a los que se llaman simplemente con el apellido antiguo de la familia , y desentenderse de las repetidas reprobaciones que sobre esta profana novedad de palabras ha lanzado con tanta insistencia la Cátedra apostólica? ¿Qué diría al verles añadir a la palabra inmutable Catolicismo ese feo apéndice que no conoció Jesucristo, ni los Apóstoles, ni los Padres, ni los Doctores, ni ninguno de los maestros autorizados que constituyen la hermosa cadena de la tradición cristiana?

"Medítalo, amigo mío, en tus intervalos lúcidos, si alguno te concede la ceguedad de tu pasión, y conocerás la gravedad de lo que a primera vista te parece mera cuestión de palabras. No, no puedes ser católico-liberal, ni puedes llamarte con este nombre reprobado, aunque por medio de sutiles cavilaciones llegues a encontrar un medio secreto de conciliarlo con la integridad de la fe. No; te lo prohibe la caridad cristiana, esta santa caridad que está a todas horas invocando, y que, según comprendo, es en ti sinónima de la tolerancia revolucionaria. Y te lo prohibe la caridad, porque la primera condición de la caridad es que no haga traición a la verdad, que no sea lazo para sorprender la buena fe de tus hermanos menos avisados. No, amigo mío, no; no puedes llamarte liberal."

Y nada más nos ocurre decir aquí sobre este punto, completamente resuelto para un hombre de buena fe. Además de que hoy los mismos liberales hacen ya menos uso que antes de este apellido; tan gastado y desacreditado anda él, por la misericordia de Dios. Más frecuente es todavía encontrar hombres que, renegando cada día y cada hora del Liberalismo, le tengan aún metido hasta los tuétanos, y no sepan escribir y hablar y obrar sino inspirados por él. Estos son en el día los más de temer.

 



XIII.-Notas y comentarios a la doctrina expuesta en el capítulo anterior. Indice de "El liberalismo es pecado XV.-Una observación sencillísima que acabará de poner en su verdadero punto de vista la cuestión.