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XI De la última y más solemne condenación del Liberalismo por medio del "Syllabus".
Resumiendo cuanto ha dicho del
Liberalismo el Papa en distintos documentos, podemos sólo
indicar los siguientes durísimos epítetos con que en diferentes
ocasiones le ha calificado. En efecto, en su Breve a Segur con
motivo de su conocido libro Hommage, le llamó pérfido enemigo,
en su alocución al obispo de Nevers, verdadera calamidad actual;
en su carta al Círculo Católico de San Ambrosio de Milán,
pacto entre la justicia y la iniquidad; en este mismo documento
le califico de más funesto y peligroso que un enemigo declarado;
en la citada carta al obispo de Quimper, virus oculto, en el
Breve a los de Bélgica, error insidioso y solapado; en otro
Breve a Mons. Gaume, peste perniciosisima. Todos estos documentos
se pueden leer íntegros en el citado libro de Segur, Hommage aux
catholiques libéraux.
Sin embargo, podía con cierta apariencia de razón el
Liberalismo recusar la autoridad de estas declaraciones
pontificias, por haber sido todas ellas dadas en documentos de
carácter meramente privado. La herejía es siempre tenaz y
cavilosa, y se agarra a cualquier pretexto o excusa para eludir
la condenación. Necesitábase, pues, un documento oficial,
público, solemne, de carácter general, universalmente
promulgado, y por tanto definitivo. La Iglesia no podía negar a
la ansiedad de sus hijos esta formal y decisiva palabra de su
soberano magisterio. Y la dio, y fue el Syllabus de 8 de
Diciembre de 1864.
Acogiéronle todos los buenos católicos con entusiasmo igual a
los paroxismos de furor con que le saludaron los liberales. Los
católico-liberales creyeron más prudente herirle de soslayo con
capciosas interpretaciones. Razón tenían unos y otros en
reconocerle debida importancia. El Syllabus es un catálogo
oficial di los principales errores contemporáneos, en forma de
proposiciones concretas, tales como se encuentran en los autores
más conocidos que los propalaron. En ellos se encuentran, pues,
en detalle todos los que constituyen el dogmatismo liberal.
Aunque en una solo de sus proposiciones se nombra al Liberalismo,
lo cierto es que la mayor parte de los errores allí abocados a
la picota son errores liberales, y por tanto de la condenación
separada de cada uno resulta la condenación total del sistema.
No haremos más que enumerarlos aquí rápidamente.
En la proposición XV y en las LXXVII y LXXVIII se condena la
libertad de cultos; el pase regio en la XX y XXVIII; la
desamortización en las XXVI y XXVII; la supremacía absoluta del
Estado en a XXXIX; el laicismo en la enseñanza pública en la
XLV, XLVII y XLVIII; la separación de la Iglesia y del Estado en
la LV, el absoluto derecho de legislar sin Dios en la LVI; el
principio de no intervención en la LXII; el llamado derecho de
insurrección en la LXIII, el matrimonio civil en la LXXIII y
alguna otra; la libertad de imprenta en la LXXIX; el sufragio
universal como principio de autoridad en la LX; por fin, el mismo
nombre de Liberalismo en la LXXX.
Varios libros se han escrito desde entonces para la exposición
clara y sucinta de cada una de estas proposiciones, y a ellos
puédese acudir. Pero la interpretación y comentario más
autorizado se lo han dada al Syllabus sus propios impugnadores,
los liberales de todos matices, cuando nos lo han presentado
siempre como su más odioso enemigo y como el símbolo más
completo de lo que llaman clericalismo. ultramontanismo y
reacción. Satanás, que es malvado pero no tonto, veía muy
claro a dónde iba a parar derechamente golpe tan certero, y le
ha puesto a tan grandioso monumento el sello más autorizado de
todos después del de Dios: el de su profundo rencor. Creamos en
esto al padre de la mentira; que lo que él aborrece y difama,
lleva con esto solo, cierto y seguro testimonio de ser la verdad.