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III Si es pecado el Liberalismo, y qué pecado es..
El Liberalismo es pecado, ya se le
considere en el orden de las doctrinas, ya en el orden de los
hechos.
En el orden de las doctrinas es pecado grave contra la fe, porque
el conjunto de las doctrinas suyas es herejía, aunque no lo sea
tal vez en alguna que otra de sus afirmaciones o negaciones
aisladas. En el orden de los hechos es pecado contra los diversos
Mandamientos de la ley de Dios y de su Iglesia, porque de todos
es infracción. Más claro. En el orden de las doctrinas el
Liberalismo es la herejía universal y radical, porque las
comprende todas: en el orden de los hechos es la infracción
radical y universal, porque todas las autoriza y sanciona.
Procedamos por parte en la demostración.
En el orden de las doctrinas el liberalismo es herejía. Herejía
es toda doctrina que niega con negación formal y pertinaz un
dogma de la fe cristiana. El liberalismo doctrina los niega
primero todos en general y después cada uno en particular. Los
niega todos en general, cuando afirma o supone la independencia
absoluta de la razón individual en el individuo, y de la razón
social, o criterio público, en la sociedad. Decimos afirma o
supone, porque a veces en las consecuencias secundarias no se
afirma el principio liberal, pero se le da por supuesto y
admitido. Niega la jurisdicción absoluta de Cristo Dios sobre
los individuos y las sociedades, y en consecuencia la
jurisdicción delegada que sobre todos y cada uno de los fieles,
de cualquier condición y dignidad que sea, recibió de Dios la
Cabeza visible de la Iglesia. Niega la necesidad de la divina
revelación, y la obligación que tiene el hombre de admitirla,
si quiere alcanzar su último fin. Niega el motivo formal de la
fe, esto es, la autoridad de Dios que revela, admitiendo de la
doctrina revelada sólo aquellas verdades que alcanza su corto
entendimiento. Niega el magisterio infalible de la Iglesia y del
Papa, y en consecuencia todas las doctrinas por ellos definidas y
enseñadas. Y después de esta negación general y en global,
niega cada uno de los dogmas, parcialmente o en concreto, a
medida que, según las circunstancias, los encuentra opuestos a
su criterio racionalista. Así niega la fe del Bautismo cuando
admite o supone la igualdad de todos los cultos; niega la
santidad del matrimonio cuando sienta la doctrina del llamado
matrimonio civil; niega la infalibilidad del Pontífice Romano
cuando rehusa admitir como ley sus oficiales mandatos y
enseñanzas, sujetándolos a su pase o exequatur, no como en su
principio para asegurarse de la autenticidad, sino para juzgar
del contenido.
En el orden de los hechos es radical inmoralidad. Lo es porque
destruye el principio o regla eterna de Dios imponiéndose a la
humana; canoniza el absurdo principio de la moral independiente,
que es en el fondo la moral sin ley, o lo que es lo mismo, la
moral libre, o sea una moral que no es moral, pues la idea de
moral además de su condición directiva, encierra esencialmente
la idea de enfrentamiento o limitación Además, el Liberalismo
es toda inmoralidad, porque en su proceso histórico ha cometido
y sancionado como lícita la infracción de todos los
mandamientos, desde el que manda el culto de un solo Dios, que es
el primero del Decálogo, hasta el que prescribe el pago de los
derechos temporales a la Iglesia, que es el último de los cinco
de ella.
Por donde cabe decir que el Liberalismo, en el orden de las
ideas, es el error absoluto, y en el orden de los hechos, es el
absoluto desorden. Y por ambos conceptos es pecado, ex genere
suo, gravísimo; es pecado mortal.