XXXV.-Cuáles son los periódicos buenos y cuáles los malos, y qué se ha de juzgar de lo bueno que tenga un periódico malo, y, al revés, de la malo en que puede incurrir un periódico bueno. Indice de "El liberalismo es pecado XXXVII.-Prosigue la misma materia .

El liberalismo es pecado, Félix Sardà i Salvany

XXXVI Si es alguna vez recomendable la unión entre católicos y liberales para un fin común, y con qué condiciones.

 

Otra cuestión se ha agitado muchísimo en nuestros días, y es la relativa a la unión entre católicos y liberales menos avanzados, para el fin común de contener a la revolución más radical y desencadenada. Sueño dorado o candorosa ilusión de algunos; de otros, empero, pérfida asechanza con que sólo pretendieron (y hánlo logrado en parte) desunirnos y paralizarnos. ¿Qué hemos de pensar, pues, de tales conatos unionistas los que deseamos, sobre todo otro interés, el de nuestra Santa Religión?

En tesis general hemos de pensar que no son buenas ni recomendables tales uniones. Dedúcese rectamente de los principios hasta aquí sentados. El Liberalismo es en su esencia, por moderado y mojigato que se presente en la forma, oposición directa y radical al Catolicismo. Los liberales son, pues, enemigos natos de los católicos, y sólo en algún concepto accidental pueden tener intereses verdaderamente comunes .

Pueden, sin embargo, darse de estos algunos rarísimos casos. Puede, en efecto, suceder que contra una de las fracciones más avanzadas del Liberalismo sea útil en un caso dado la unión de fuerzas íntegramente católicas con las de otro grupo más moderado del propio campo liberal. Cuando realmente así convenga, deben tenerse en cuenta las siguientes bases para la unión.

1ª No partir del principio de una neutralidad o conciliación entre lo que son principios o intereses esencialmente opuestos, cuales son los católicos y los liberales. Esta neutralidad o conciliación está condenada por el Syllabus, y es de consiguiente base falsa; tal unión es traición, es abandono del campo católico por parte de los encargados de defenderlo. No se diga, pues: "prescindamos de diferencias de doctrina y de apreciación". Nunca se haga esta vil abdicación de principios. Dígase ante todo: "A pesar de la radical y esencial oposición de principios y apreciaciones, etc." Háblese así y óbrese así para evitar confusión de conceptos, escándalo de incautos y alardes del enemigo.

2.ª Mucho menos se concede al grupo liberal la honra de capitanearnos con su bandera. No; conserve cada cual su propia divisa, o véngase por aquellos momentos a la nuestra quien con nosotros quiera luchar contra un común enemigo. Más claro: únanse ellos a nosotros; nunca nosotros a ellos. A ellos, abigarrados siempre en su insignia, no les será tan difícil aceptar nuestro color; a nosotros, que lo queremos todo puro y sin mezcla, ha de sernos más intolerable tal barajamiento de divisas.

3.ª Nunca se crea con esto dejar establecidas bases para una acción constante y normal. No pueden serlo más que para una acción fortuita y pasajera. Una acción constante y normal no puede establecerse más que con elementos homogéneos y que engranen entre sí como ruedas perfectamente combinadas. Para entenderse durante mucho tiempo personas radicalmente opuestas en su convicción, fueran necesarios continuos actos de heroica virtud por parte de todos. Y el heroísmo no es cualidad común ni de todos los días. Es exponer, pues una obra a lamentable fracaso, edificarla sobre base de encontradas opiniones, por más que en algún punto accidental concuerden ellas entre sí. Para un acto transitorio de defensa común o de común arremetida, puede muy bien intentarse esta coalición de fuerzas, y puede ser laudable y de verdaderos resultados, siempre que no se echen en olvido las otras condiciones o reglas que hemos puesto como de imprescindible necesidad.

A no ser con estas condiciones, no sólo no creemos favorable la unión de católicos y liberales para empresa alguna, sino que la estimamos altamente perjudicial. En vez de multiplicar las fuerzas, como sucede cuando la suma es de cantidades homogéneas, paralizará y anulará el vigor de aquellas mismas que aisladas hubieran podido hacer algo en defensa de la verdad. Es cierto que hay un proverbio que dice: "¡Ay del que va solo!" Pero también hay otro enseñado por la experiencia y en nada opuesto a éste, que dice: "Vale más soledad que ruin compañía" Creemos que es Santo Tomás quien dice en no recordamos qué punto: Bona est unio, ser potior est unitas. "Excelente cosa es la unión, pero mejor es la unidad". Si se debe, pues. sacrificar la unidad verdadera en aras de una ficticia y forzada unión, nada se gana en el cambio, antes se pierde muchísimo, a nuestro pobre entender.

Además de estas consideraciones, que podrían creerse meras divagaciones teóricas, la experiencia acreditó ya de sobras lo que sale por lo regular de tales conatos de unión. El resultado suele ser siempre mayor exacerbación de luchas y rencores No hay ejemplo de una coalición de éstas que haya servido para edificar o consolidar.

 



XXXV.-Cuáles son los periódicos buenos y cuáles los malos, y qué se ha de juzgar de lo bueno que tenga un periódico malo, y, al revés, de la malo en que puede incurrir un periódico bueno. Indice de "El liberalismo es pecado XXXVII.-Prosigue la misma materia .