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Indigenismo
En primer lugar, la que estima
el paso de. España como algo advenedizo y extraño que se
yuxtapone a la población autóctona y que es preciso sacudir y
expulsar con objeto de que aquellas espléndidas civilizaciones
vernáculas recobren su vigor y su grandeza primitivos. La
América española es una creación artificial, lo que cuenta es
Indoamérica, e indigenismo se llama la doctrina redentora que es
necesario predicar frente a la opresión de la conquista.
Se utilizan los tópicos conocidos, se montan leyendas con
hecatombes de indios pacíficos e inocentes y de tal modo se
exagera la nota de brutalidad de los españoles, que Clemente
Orozco, uno de los mas grandes pintores mejicanos, no ha podido
por menos, criticando el indigenismo, que escribir estas paginas
humorísticas: "La Conquista no debió haber sido como fue.
En lugar de capitanes crueles y ambiciosos, España debió mandar
una delegación numerosa de etnólogos, antropólogos,
arqueólogos, ingenieros civiles, cirujanos, dentistas,
veterinarios, médicos, maestros rurales, agrónomos, enfermeras
de la Cruz Roja, filósofos, filólogos, biólogos, críticos de
arte, pintores murales y eruditos en Historia. A1 llegar a
Veracruz, desembarcar de las carabelas carros alegóricos
enflorados y en uno de ellos Hernán Cortes y sus capitanes,
llevando sendas canastillas de azucenas y gran cantidad de
flores, confetis y serpentinas para el camino de Tlaxcala. Y
después de rendir pleito homenaje al poderoso Moctezuma,
establecer laboratorios de bacteriología, neurología, rayos X,
luz ultravioleta, un departamento de asistencia pública,
universidades, kindergartens, bibliotecas y bancos
refaccionarios... Poner a Alvarado, a Ordaz, a Sandoval y demás
varones fuertes de gendarmes, a cuidar las ruinas... Aprender
ellos mismos los 782 idiomas diferentes que se hablaban. Respetar
la religión indígena... Impulsar los sacrificios humanos, con
departamento de engorde y maquinaria moderna para refrigerar y
enlatar y sugerirle, muy respetuosamente, al gran Moctezuma que
estableciera la democracia en el pueblo, pero conservando los
privilegios de la aristocracia."
Pero es que la construcción ideológica de Indoamérica es
radicalmente falsa en su base y deletérea edemas, si de la misma
se deducen sus naturales consecuencias.
Es falsa en su base porque, sin perjuicio de los abusos
inherentes a toda empresa humana, la medula del quehacer español
en América no fue otra que la expansión del Evangelio. La
Conquista no fue encomendada a empresas comerciales, provistas de
concesiones y privilegios, que asegurasen, en todo caso, rentas
ajustadas a la Corona, ni fue tampoco el resultado de una huida
de grupos disidentes que buscaban cobijo a su preciosa libertad.
La empresa española fue una empresa del pueblo y del Estado,
fieles, absolutamente fieles, a la convicción ortodoxa que
pliega y subordina los intereses temporales al mas alto servicio
de Dios y de las almas.
Por esto -y vuelvo a repetir que sin ocultar la existencia de
pecados y pecadores-, cuando Alonso de Ojeda desembarca en las
Antillas en 1509, no les dice a los indios que los descubridores
pertenecen a una raza superior y distinta, sino que,
animándoles, les enseña que "Dios Nuestro Señor, que es
único y eterno, creo el cielo y la tierra y un hombre y una
mujer de los cuales vosotros y yo, y todos los hombres que han
sido y serán en el mundo, descendemos". "Nuestros
amigos los indios", repetirán los Reyes de España, y para
ellos, para que fueran respetados y amados como iguales, se dicta
ese monumento de las Leyes. de Indias, que ahí está para gloria
de los hispanos y vergüenza de los fariseos que han querido
ocultar sus lacras vergonzantes lanzando manotadas de cieno sobre
la estampa limpia de la verdad.
Pero la construcción ideológica de Indoamérica no solo es
falsa en su base, sino que es absurda en sus resultados, sobre
todo si entre ellos se aspira a buscar estímulos y resortes a la
unidad de nuestros pueblos. En primer lugar, países como
Argentina, Uruguay y Costa Rica, donde apenas si existen
vestigios de la población autóctona, quedarían
automáticamente separados del movimiento;. Por otro lado,
habría que detener el mestizaje, que los auténticos
indigenistas han de considerar como producto híbrido, como una
yerba malsana que es necesario expulsar o destruir con tanto o
con mas ahínco que aquellos cuyo color y contextura siguen
representando la conquista. Finalmente, conseguidas las metas
deseadas y repuesta la situación en el punto de partida, en el
instante mismo en que las culturas aborígenes quedaron
paralizadas, nos encontraríamos con el espectáculo desesperante
de miles de tribus, ligadas tan solo por el vinculo lugareño,
separadas por abismos de incomprensión y de idioma, sin
conciencia histórica nacional, entregadas a practicas y
costumbres primitivas y, en muchos casos, despóticas y
sanguinarias.
La construcción ideológica de Indoamérica es inadmisible. Si
hay algo en el indigenismo que merece beligerancia y que ha de
recogerse con cariño y con amor es aquello que tiene de
inquietud por mejorar el nivel de vida de los indios, en
demasiadas ocasiones bajo, desolador e infrahumano; lo que tiene
de afán por ir agregando a la cultura a las tribus en estado
salvaje; lo que tiene de ambición por ofrecerles la posibilidad
de ser, como ha escrito Lain, lo que fue en su época y con
respecto a los hombres de su raza, el Inca Garcilaso.
Pero esto no es otra cosa que Cristianismo a secas, continuación
de esa sinfonía inacabada que hemos llamado la Hispanidad. La
que prolongan, ensanchan y continúan los misioneros en las auras
avanzadas de los infieles; la que hace de lo español, como
escribe el chileno Jaime Eyzaguirre, no un elemento más en el
conglomerado étnico, sino el factor decisivo y aglutinante, con
fuerza y genio capaz de atarlos a todos, de armonizar las lenguas
dispares de Méjico y hacer de Chile, no ya el nombre de un
valle, sino la denominación de una vasta y plena unidad
territorial.
Si alguna vez hubo desprecio hacia los indios, no fue realmente
durante la Colonia, sino en los años inmediatos y subsiguientes
a la emancipación. Jamás fueron escuchados de labios
peninsulares sentencias tan auras como esta de Sarmiento:
"Los araucanos son indios asquerosos a quienes habríamos
hecho colgar y mandaríamos colgar ahora"; y jamas, durante
la época colonial, se produjo la situación de Guatemala en
1870, cuando el Presidente Barrios anuló e incluso ordenó
destruir los títulos de propiedad otorgados a los indios quiché
por la Corona de España, aboliendo una situación legal avalada
por siglos de existencia y deshaciendo, con daño del país, un
orden económico que había traído la paz y la ventura a los
indígenas.
Lo que hay de auténtico y de valioso en el indigenismo es
patrimonio de la Hispanidad, en cuanto que la Hispanidad tiene un
núcleo medular cristiano.
Ramiro de Maeztu, al enfrentarse con el problema
"nativista", como se llama en Brasil la doctrina que
mantiene la postura indoamericana, ha escrito de modo admirable:
"Cuando el azteca culto compare un día la gran promesa que
significa la catedral de Méjico, con la miseria, la ignorancia y
las supersticiones de muchos de sus hermanos, es muy posible que
se le ocurra renegar de la promesa y declararse enemigo de la
Iglesia católica. Pero también es muy posible que vislumbre que
la obra de la Hispanidad no está sino iniciada, que consiste
precisamente en sacar a los indios y a todos los pueblos de la
miseria y de la crueldad, de la ignorancia y de las
supersticiones. Y acaso entonces se le entre por el alma un
relámpago de luz que le haga ver que su destino personal
consiste en continuar la obra en la medida de sus fuerzas. A1
reflejo de esa chispa de luz, habrá surgido un caballero de la
Hispanidad, que también podrá ser un duque castellano, o un
estudiante de Salamanca, o un cura de nuestras aldeas, o un
hacendado brasileño, un estanciero argentino, un negro de Cuba,
un indio de Méjico o Perú, un tagalo de Luzón o un mestizo de
cualquier país de América, así como una monja o una mujer
intrépida, porque si un ideal produce caballeros, también han
de nacerle damas que le sirvan.". *
"ARBIL,
Anotaciones de Pensamiento y Crítica", es editado por el
Foro Arbil
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