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EPILOGO Y CONCLUSION.
Basta ya. No ha dictado la pasión de
partido estas sencillas reflexiones, ni las ha inspirado móvil
alguno de humano rencor. Hacemos ante Dios esta protesta, como la
haríamos al morir, puestos ya en la antesala de su tremendo
tribunal.
Hemos procurado ser más lógicos que elocuentes. Si bien se
considera, se verá que hemos sacado nuestras deducciones, aun
las más duras, unas de otras, y todas de un sólido principio
común, no con la tortuosidad del sofisma, sino con el leal
raciocinio en línea recta, que ni a derecha ni a izquierda se
tuerce por amor o por temor. Lo que se nos ha enseñado cierto y
seguro por la Iglesia en los libros de Teología dogmática y
moral, eso hemos sencillamente procurado trasladar a nuestros
lectores.
Lanzamos a los cuatro vientos estas humildes hojas; llévelas
donde quiera el soplo de Dios. Si algún bien pueden hacer,
háganlo por su cuenta, y sírvale eso de descargo de sus muchos
pecados al bien intencionado autor.
Una palabra más, y es la última y quizá la más importante.
Con argumentos y réplicas se obliga tal vez a enmudecer al
adversario, Y no es poco esto en algunas ocasiones. Pero con esto
solo no se alcanza muchas veces su conversión. Para esto suelen
valer tanto o más las fervorosas oraciones que los más bien
hilados raciocinios. Más victorias ha logrado para la Iglesia de
Dios el gemido del corazón de sus hijos, que la pluma de sus
controversistas y la espada de sus capitanes. Sea. pues, aquélla
el arma principal de nuestros combates, sin descuidar las demás.
Por el ruego cayeron los muros de Jericó, más que al empuje de
guerreras maquinas; ni venciera Josué al feroz Amalech si no
estuviera Moisés, alzadas sus manos, en ardiente oración
durante la batalla. Oren, pues, todos los buenos, y oren sin
descansar. Y sea de consiguiente el verdadero epilogo de estos
artículos lo que viene a resumir todo el objeto de ellos.
Ecclesiae tuae, quaesumus Domine. preces placatus admitte, ut,
destructis adversitatibUs et erroribus uníversis, secura Tibi
serviat liberate.
A.M.D G.