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La cultura
Desde el comienzo se advierte
el anhelo de "crear cultura", inseparable de la
evangelización . En 1544, el obispo Zumárraga, refiriéndose a
la conveniencia de imprimir la doctrina, aludía al número de
indios capaces de aprovecharse de la misma "pues hay tantos
de ellos que saben leer", lo que demuestra se habla cumplido
la Real Cédula de Fernando, de 1513,por la que se ordenaba que
"todos los hijos de los caciques se entregaran a la edad de
13 años a los frailes franciscanos, los cuales les enseñaran a
leer, escribir y la doctrina". Treinta años después haría
necesaria la instalación de una imprenta, destinada a publicar
libros para estos nuevos lectores. En 1552 un Concilio de Lima
ordenaba a los clérigos tuvieran "por muy encomendadas las
escuelas de los muchachos... y en ellas se enseñe a leer, y a
escribir, y lo demás''.
La labor de enseñar a leer y escribir a los indios fue
verdaderamente ardua. Primero los misioneros debieron aprender la
lengua de los naturales, para poder elaborar vocabularios y
gramáticas que hicieran posible dicha docencia. Las Gramáticas,
sermonarios y prácticas de confesionario que en los idiomas
indígenas escribieron los religiosos son tan numerosos e
importantes que bastan para constituir un monumento filológico
sin par. La lingüística adquirió así una función netamente
evangelizadora.
El lenguaje temporal expresaba el estadio propio de la conciencia
indígena y en él habla de "encarnarse" el Verbo,
"habitar" y hacerse indio. Solamente así había de
desmitificar su mundo y, asumiéndolo, transfigurarlo en su nuevo
ser cristiano. El misionero, que se expresaba en un lenguaje
temporal alfabético desde hacía milenios, tenía ente sí un
doble cometido: debía aprender el lenguaje prealfabético del
indio y, el mismo tiempo, con el propósito de fijar la doctrina,
deba "encarnar", vertir, traducir el mensaje en la
propia lengua indígena. Sobre todo este último propósito
produjo un fenómeno extraordinario e irreversible sobre el cual
no se ha llamado suficientemente la atención, como lo señala
Caturelli: hizo ingresar casi de golpe la lengua indígena al
estadio alfabético, dando origen así al fonetismo completo de
las milenarias escrituras precolombinas. Un verdadero mestizaje
cultural.
Los primeros encuentros fueron con gestos, mímica, ademanes,
señas. Así se entendió Colón con algunos caciques. Pero el
problema era insuperable mientras no se aprendiera la lengua,
cuando lo que se quería transmitir era nada menos que las
verdades elementales de la Revelación cristiana. Al principio ,
como los indígenas los veían gesticular así, tenían a los
misioneros por enfermos o por locos. Ello demuestra la heroica
urgencia por la evangelización de los primeros misioneros
atacados por la "locura de Cristo". Sin embargo, era
menester buscar medios más eficaces para la ''encarnación"
de la Palabra. Sí la fe entra el oído, y el oído debe escuchar
la palabra de la predicación, era necesario aprender la lengua.
Entre nosotros es el P.Guillermo Furlong quien mejor ha estudiado
la obra educadora de España en América, ampliamente
diversificada. Había primero, dice, una instrucción hogareña,
en las casas de las familias pudientes, de los encomenderos;
luego una instrucción conventual, ya que casi todos los
conventos tenían escuela aneja; instrucción parroquias;
instrucción particular, en colegios especiales; instrucción
misionera, como en las reducciones de indígenas.
En lo que respecta a la enseñanza superior, la Corona de España
así dictaminaba: " Para servir a Dios nuestro Señor y bien
público de nuestro Reinos, conviene que nuestros vasallos
súbditos y naturales, tenían en ellos Universidades y estudios
Generales donde sean instruidos y graduados en todas las ciencias
y facultades, y por el mucho amor y voluntad que tenemos de
honrar y favorecer a los de nuestras Indias, y desterrar de ellas
lee tinieblas de la ignorancia criamos, fundamos y constituimos
en la ciudad de Lima de los Reinos del Perú y en la ciudad de
Méjico de la Nueva España, Universidades, y estudios generales,
y tenemos por bien y concedemos a todas las personas que en las
dichas Universidades fueran graduadas, que gocen en nuestras
Indias, Islas y Tierras Firmes del Océano, de las libertades y
franquicia,- de que gozan en estos Reinos los que se gradúan en
la Universidad y estudios de Salamanca".
Ya en 1538, es decir, 46 años después del Descubrimiento, se
fundaba la Universidad Real y Pontificia de Santo Domingo ;en
1551 las de Lima y Méjico ,a cuyo decreto de fundación acabamos
de aludir; en 1573 la de Santa Fe en Bogotá, etc. .Y así, el
siglo XVI, el primer siglo de la Presencia de España en
América, veía la aparición de numerosas Universidades,
alcanzando la vida intelectual un apogeo que luego nunca igualó.
En 1613 se fundó la primera Universidad en territorio argentino,
la de Córdoba.
En nuestra tierra esa educación fue profunda. Sabemos que Santa
Fe contaba con escuela desde 1581, Santiago del Estero desde
1585, Corrientes desde 1602 Córdoba y Buenos Aires desde mucho
antes. Asimismo poco a poco se establecieron los estudios
secundario y finalmente los universitarios. Durante XVII y XVIII
las escuelas es multiplicaron en la Argentina de manera
asombrosa, al punto que el analfabetismo fue escaso o nulo. Las
bibliotecas particulares que han podido ser reconstruidas revela
que el grado de cultura de las clases superiores fue realmente de
categoría. La decadencia comenzaría a partir de 1806, en
coincidencia con el hecho de las Invasiones inglesas.
Ecos de esa cultura popular han llegado hasta nosotros gracias
sobre todo al ímprobo esfuerzo de Juan Alfonso Carrizo, quien
logró reunir en diversos volúmenes las viejas canciones de
nuestra tierra. La poesía de nuestro pueblo fue un estupendo
trasplante del cancionero español, un transplante cultural. Los
hombres de la Conquista trajeron en sus labios cantares de los
siglos XVI y XVII, y los volcaron acá. El natural los oyó y los
canto, porque la religión y la común cultura habían realizado
hacer de unos y otros un mismo pueblo. Carrizo recuerda que en
1931 oyó cantar en la Puna de Atacama, a cuatro mi metros de
altura, a unos pastores que llevaban un ataúd en medio de la
nieve:"¡Señor San Ignacio, - alférez mayor, - llevas la
bandera - delante de Dios !". Los centenares de poemas de
elevada belleza teológica que Carrizo ha recopilado, digna de
los Autos sacramentales.-, nos muestra el acervo cultural con que
España supo impregnar a nuestro pueblo sencillo. Se prodría
repetir también aquí aquello que dijera Chesterton tras visitar
unos pueblitos de Castilla: "¡Dios mío, qué cultos estos
analfabetos!" Las coplas son admirables: "El rico no
piensa en Dios - por pensar en sus caudales; - pierde los bienes
eternos - por los bienes temporales".
Era la cultura evangelizada, o lo que ahora se ha dado en llamar
"la evangelización de la cultura".*
"ARBIL,
Anotaciones de Pensamiento y Crítica", es editado por el
Foro Arbil
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